sábado, 24 de octubre de 2015

Mil Palmeras otra vez

A Tomas la excursión a Mil Palmeras de septiembre le encantó, así que decidimos repetir la experiencia.

Esta vez me fui yo solo el día 15 y Tomas y Santi decidirían si se iban después. Santi no fue y Tomas al final se decidió a ir  en tren el día 19 y con dos cojones se presento en la estación de Balsicas de Murcia ese día a las 13,53.

 

 

De allí directamente nos fuimos a la Manga del Mar Menor a 70 Km. Yo no la conocía y Tomas la vio por ultima vez hace 30 Años:

 

 

 



Estuvimos comiendo el el puerto Tomás Maestre y recordando Tomas sus vacaciones con su familia en tiempos pasados.

La manga en enorme y con una cantidad de edificios y bloques de apartamentos que parece mentira que estén metidos en esa franja de tierra que en algunos puntos es estrechisima y se ve el mar a un lado y otro.

Algunos edificios demuestran que entre los arquitectos también hay gente hortera un con un gusto desastroso y para muestra un botón:


 


Subimos con el coche por el "puente de miedo" que es donde Tomas se divertía con sus chavales subiendo con el coche a toda pastilla y haciendo que el estomago se te pase a la garganta:




Una visita curiosa y divertida. 

Al día siguiente después de mi paseo matutino engalanado con ropa deportiva



visitamos a una pescadería espectacular en San Pedro de Pinatar. Fuimos a por los condimentos para hacer una paella y compramos gamba roja y blanca, calamar, almejas, cigalas y un fume para hacer de fondo de la paella. Nos dieron un sablazo a la hora de pagar, pero todo sea por una buena causa.

 

 


Al salir de la pescadería nos fuimos a las salinas de San Pedro que es justamente el lado opuesto de la manga. Es otra franja de tierra similar pero totalmente salvaje:


Tiene Una playa totalmente virgen y salvaje. Creo que también tiene una parte nudista

 

 

 
Y unas salinas enormes con el agua de color rosa. Desde luego el lado opuesto de la Manga, geograficamente y en paisaje.

Y luego nos comimos la paella que si tenia buena apariencia pero que quedo insípida a pesar de todos los condimentos que llevaba.

 

Mención aparte merece el bodeguero al que le compramos dos botella de vino una dulce y otra normal, de vino de Jumilla, que a pesar de tener un pedo impresionante, y tener cara de sapo, nos colo dos botellas de vino cabezón y nos pego otra buena clavada. El mamón tenía los ojos rojos y se le trastablillaban las palabras.


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